Daniel 3:24-25

¿Cree usted en los milagros? ¿Necesita un milagro? 

Dn 3:24-25

"Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: "¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego?" Ellos respondieron al rey: "Es verdad, oh rey."

"Y él dijo: "He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses."


Si usted comparó la traducción de Reina Valera con el original arameo, habrá notado que la traducción al español es excelente. Y habrá notado que está sucediendo un milagro. El "horno de fuego ardiente" en el que fueron echados los amigos de Daniel ha sido identificado con el utilizado para cocer ladrillos y cerámica, de cuya existencia hay abundantes ejemplos arqueológicos en lo que se conoce de la antigua Babilonia y su arquitectura. Según los historiadores este horno era usado también para la cremación de cadáveres, que era el sistema usado por los babilonios. En todo caso, estamos hablando de un horno capaz de producir 900 grados centígrados o más, que había sido calentado al extremo. En este horno un ser humano es convertido normalmente en los huesos limpios y calcinados, que luego se convierten en las "cenizas" para ser conservados en urnas. ¡Pero los amigos de Daniel se paseaban sin sufrir ningún daño y con ellos había un cuarto, semejante a hijo de dioses! 

¡Aleluya! ¡Qué Dios tan Poderoso tenemos!

Para Dios no hay imposibles. Él dio hijos a los ancianos Abraham y Sara en Génesis, y a los ancianos Zacarías y Elisabet en el evangelio de Lucas. Él engendró a su Hijo de una mujer virgen, por Su Espíritu Santo. Él obró milagros para salvar a Israel de la cautividad en Egipto, abriendo el Mar Rojo para que atravesaran a pie, sacando aguas en medio del desierto, enviando maná del cielo para su sustento y derribando los muros de Jericó para entregar la ciudad a los suyos. Él resucitó a Su Hijo que había sido crucificado y muerto, y le arrebató a los cielos, tal como había hecho con Enoc y Elías en el AT. No importa que haya leyes naturales que definen cómo algo puede ocurrir y cómo no; Dios es Soberano y está por encima de estas leyes. Él obra conforme a Su voluntad y Su poder. 

Quizá podría usted preguntarse con toda lógica, pero ¿qué aplicación tiene este milagro que ocurrió con los amigos de Daniel, en mi vida? Es poco probable que nosotros seamos, literalmente, lanzados en un "horno de fuego ardiente" para ser calcinados vivos - bueno, si usted no es James Bond. No obstante, la Escritura habla de muchos hornos, que sí corresponden con experiencias por las cuales atravesamos en nuestras vidas, y el milagro necesario para salir victoriosos de todo "horno" es el mismo: la intervención divina. 

¿Qué significa este horno de fuego para nosotros hoy?

El Salmo 66:10 dice, "Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata", y Proverbios 17:3, "El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; pero Jehová prueba los corazones". En ambos versos podemos ver comparadas las pruebas que el Señor nos permite atravesar en esta vida con la fundición de metales; "crisol" y "hornaza" son hornos relativamente pequeños, usados para la fundición de estos metales preciosos. Los metales en la naturaleza están contenidos en el mineral que vemos extraer de las minas, que contiene un por ciento determinado del metal en cuestión mezclado con otros elementos. Uno de los motivos de la fundición es la separación de estos otros elementos para lograr el metal puro (separando las llamadas "escorias")

Los profetas usaron esta imagen de la fundición para hablar de las pruebas. Vea lo que dice Zacarías 13:8-9:

"Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella. Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: 'Pueblo mío'; y él dirá: 'Jehová es mi Dios'."

También Isaías 1:22-26,

"Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua. Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda."

"Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios; y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu impureza. Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel."

Y Jeremías 11:3-5: 

"Y les dirás tú: Así dijo Jehová Dios de Israel: Maldito el varón que no obedeciere las palabras de este pacto, el cual mandé a vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: Oíd mi voz, y cumplid mis palabras, conforme a todo lo que os mando; y me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios; para que confirme el juramento que hice a vuestros padres, que les daría la tierra que fluye leche y miel, como en este día. Y respondí y dije: Amén, oh Jehová"

Observe en este pasaje de Jeremías que el profeta llama "horno de hierro" a la cautividad de Israel en Egipto. El libro que estamos tratando, el de Daniel, narra sucesos de la cautividad babilónica, así como el de Ezequiel, período de cautividad que Jeremías profetizó duraría 70 años. Isaías también profetizó de la cautividad en Asiria, y así podemos ver que las tribulaciones por las cuales ha atravesado el pueblo de Israel fueron profetizadas por los siervos de Dios. No es en vano que Isaías habla acerca de la elección de Israel como la de un pueblo que ha pasado por un horno (Isaías 48:10, "He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción")

Un último "horno de aflicción" por el cual que pasaría el pueblo de Dios se ha dado en llamar "la diáspora", o la dispersión de los judíos por toda la tierra, habiendo perdido su nación a manos de Roma. Por cuanto en el auge del imperio romano uno de los pueblos que conquistarían serían los griegos, su relación con los judíos de la época de los Macabeos y el imperio seléucida fue de amistad y colaboración, porque se aliaron contra un enemigo común. Pero más adelante vemos al general romano Pompeyo el Grande en 63 AC estableciendo a un Sumo Sacerdote como regente subordinado a Roma, y para 6 DC Judea era una provincia romana, y tres hijos de Herodes el Grande gobernaban la región como vasallos de Roma: Herodes Arquelao, Herodes Antipas y Herodes Filipo. 

En los evangelios podemos leer acerca de la tensión política que creaba la dominación romana, fuego que más tarde desencadenaría tres rebeliones de los judíos contra Roma. En la última, conocida como "Rebelión de Bar Kokbá" (132-135 DC) fue arrasado todo Israel por los romanos; la Torá fue prohibida; Judea perdió su nombre y se sumó a "Siria-Palestina"; Jerusalén perdió su nombre y se llamó "Aelia Capitolina" - donde los judíos no podían entrar. Es en esta guerra en que la mayoría de historiadores colocan el comienzo de la "diáspora". Israel dejó de ser nación y el pueblo judío fue esparcido por todo el imperio romano. 

Esto no fue todo lo que ocurrió en este "horno" de casi 2000 años. Los judíos fueron rechazados y su religión prohibida en muchos lugares. Especialmente la iglesia romana - religión del imperio romano tardío y del Sacro Imperio Romano - y muchos llamados "cristianos" los acusaron de ser los asesinos de Cristo, de profanar las hostias, emplear sangre humana en sus sacrificios (especialmente de niños) de ser impuros y demoníacos, de envenenar los pozos causando la Peste Negra, de conspirar para obtener el poder mundial, ocasionar guerras y calamidades, de ser usureros (habiendo sido desplazados por las autoridades católicas de toda profesión que no fuera recolectar rentas) En muchos casos los papas y reyes tuvieron que hacer declaraciones de principios en contra de todas estas difamaciones para frenar la ola de odio en contra de los judíos, pero ya "el daño estaba hecho". La imagen del judío como enemigo de la raza humana estaba formada en millones de personas. Este antisemitismo fue una de las causas de que la política anti-judía de los nazis de Adolfo Hitler, con su propósito de exterminar a los judíos, lograra apoyo para hacer creer la "necesidad de hacer desaparecer a los judíos", y de construir campos de concentración o de exterminio masivo donde unos seis millones de judíos encontraron la muerte en cámaras de gas, trabajos forzados, disparos y otras atrocidades, por el único hecho de su identidad étnica. 

Pero en medio de toda esta barbarie, Dios actuaría a favor de su pueblo, tal como actuó a favor de los amigos de Daniel. La preservación de las vidas de aquellos judíos en Babilonia, y de la nación judía del holocausto, no es casualidad. Israel no podía desaparecer conquistado por Babilonia, porque de Israel nacería el Mesías, Hijo de Dios y Salvador de los hombres, y de Israel nacería la Iglesia de Dios. Israel no podía desaparecer en la diáspora ni en el holocausto, y no desaparecerá nunca, porque Dios dice a través del apóstol Pablo por su Espíritu Santo, "...irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios" (Romanos 11:29) lo cual significa que la elección de Dios para con su pueblo es eterna. 

¿Quién es este "cuarto varón, semejante a hijo de los dioses", que salvó de la muerte a Hananías, Misael y Azarías?

El rey Nabucodonosor le llamó "ángel" e "hijo de los dioses". Ciertamente no hay "dioses" sino un Dios, pero Nabucodonosor era un rey pagano y no sabía esto. Ahora bien, observe que este varón apareció allí de repente sin que nadie supiera de dónde, y tampoco era afectado por el fuego. Como mismo apareció, así también desapareció. ¿Tuvo razón el rey en llamarle "ángel"? De haber sabido, ¿le habría llamado "hijo de Dios"?

Los ángeles son espíritus ministradores a nuestro favor, según la Escritura (Heb 1:14) Ministraron en la vida del Señor, anunciando su nacimiento, avisando a los pastores, sirviendo al Señor en el desierto y en Getsemaní, anunciando la resurrección y la segunda venida. Nuestro Señor enseñó de algunas de sus funciones: llevan las almas de los difuntos a su destino, ministrarán con Él en la segunda venida y separarán a los justos y los injustos en las resurrecciones, entre otras. Los ángeles no pueden ser adorados (Colosenses 2:18; Apocalipsis 19:10; 22:9) porque la adoración le corresponde sólo a Dios.

PERO... hay un "pero". La Escritura habla del "ángel de Jehová" - no "un" ángel pero "el" ángel - de modo diferente a los demás. Este ángel se aparece en diferentes ocasiones a personas que han sido elegidas para llevar adelante la obra de Dios (van a ser instrumentos de Dios en la tierra para hacer Su voluntad) Echemos un vistazo al libro de Jueces (vea también las NOTAS al final)

El libro de Jueces cubre un período de cierto desorden en la existencia de Israel. Moisés había sido su líder incuestionable, tanto religioso como civil, quien los sacó de Egipto y los llevó a la tierra prometida. Josué, sucesor de Moisés, fue el líder militar que dirigió la conquista de la tierra prometida. Pero después de esto, el pueblo estuvo sin un liderazgo permanente hasta la elección del primer rey, Saúl. En esta condición se extraviaban de los caminos del Señor, caían en manos de sus enemigos y entonces se arrepentían y clamaban a Él, quien levantaba "jueces" - líderes militares - para librarlos de estos enemigos. Uno de estos jueces fue Sansón, llamado por Dios para librar a Israel de la opresión de los filisteos. En Jueces 13 podemos ver cómo su nacimiento fue anunciado a sus padres por "el ángel de Jehová". Observe estos versos:

Jueces 13:15-23

15 Entonces Manoa dijo al ángel de Jehová: Te ruego nos permitas detenerte, y te prepararemos un cabrito.

16 Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu pan; mas si quieres hacer holocausto, ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa que aquél fuese ángel de Jehová.

17 Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?

18 Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?

19 Y Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer.

20 Porque aconteció que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra.

21 Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová.

22 Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.

23 Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto.

Si observamos lo que se narra en este pasaje, veremos que:

- El ángel recibió la adoración de Manoa y su mujer, y no se lo impidió (v. 20)
- Ambos identificaron al "ángel" con Jehová mismo (v. 22-23)
- El ángel les dice que ofrecerle algo a él era ofrecerle a Jehová (v. 16)
- El ángel les dice que su nombre es "admirable" (v. 18)

Sólo Dios recibe adoración. En el libro de Apocalipsis vemos al apóstol Juan tratando de adorar a los ángeles, por causa de las tremendas revelaciones y visiones que estaba recibiendo, y cómo ellos se lo impidieron. Ningún otro ángel es llamado "Jehová". Y ningún otro ángel proclama que su nombre es "admirable". 

Este nombre, "Admirable", aparece en una conocida profecía mesiánica como uno de los que serían aplicados al Mesías (Isaías 9:6, "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz") Y esta profecía revela que el Mesías sería divino, no un hombre común sino Dios hecho hombre. Cuando Nuestro Señor Jesucristo fue acusado de blasfemia, lo fue de  aquellos que se negaban a reconocerlo como Mesías - porque tendrían que haber reconocido que Él era Dios y que estaba por encima de ellos, tanto Él como su autoridad. Vea lo que sucedió en Mateo 26:62-66: 

"Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?

Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.

Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? 

Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!"

El Sumo Sacerdote y todo el Sanedrín sabían que el Mesías (o "el Cristo" como le llaman en el verso 63) era Dios encarnado, el "Hijo de Dios". En la farsa de juicio que se levantó contra Nuestro Señor, esta sola acusación bastó para que todos le condenaran como reo de muerte, porque "siendo hombre, se hacía a sí mismo Dios" (cf. Juan 10:33, donde querían apedrearlo a muerte por la misma causa) Pero el gran problema de ellos es que el "mentiroso y blasfemo" que condenaron a muerte fue resucitado por el Espíritu de Dios, levantado al cielo y sentado a la diestra de Dios y envió su Espíritu Santo para hacer nacer la iglesia de Dios con prodigios y señales. Y vive por los siglos de los siglos, porque la muerte no tuvo poder sobre Él.  

Cristo puede y debe ser adorado. Cuando Tomás reconoció que era cierta la resurrección, y le llamó "Señor mío, y Dios mío", el Señor no se lo impidió. Los apóstoles le llaman "Dios" en las epístolas y en los evangelios, reconociendo su divinidad (Tito 2:13, "nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo"; Juan 1:1, 14 "...el Verbo era Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros") Observe la bendición de 2 Corintios 13:14, "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén" y la fórmula bautismal de la Gran Comisión en Mateo 28:19, "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". En los tiempos en que estas palabras fueron dichas o escritas, la mayoría de la iglesia eran judíos, y especialmente los apóstoles. No habría un judío que atribuyese deidad ni siquiera a las más amadas y respetadas personalidades de la historia de su pueblo. Ninguno aceptaría bautizar ni ser bautizado "en el nombre del Padre, de Abraham y del Espíritu" (o de Moisés, o de David) Pero todos aquellos judíos recibieron la revelación de que había llegado Aquel que es "antes que Abraham fuese". 

Ahora bien: Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre no puede ser visto, en principio porque es Espíritu pero además porque Él mismo lo quiere así. A Moisés le dijo, "No me verá hombre, y vivirá" (Éxodo 33:20) Por esto creía Manoa que iban a morir, porque habían visto a Dios. El Espíritu Santo viene sobre las personas, es el que unge con la presencia de Dios y capacita para obrar milagros y predicar, pero Él mismo no "se hace carne" literalmente, sino que habita en una "carne" ya creada. Sólo el Hijo tiene esta cualidad. Sólo Cristo "fue hecho carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria", y sólo Él fue crucificado, muerto y resucitado. Sólo Cristo es el que se mostró en la zarza a Moisés, para llamarle a sacar a su pueblo de Egipto (Éxodo 3) y llevarlo a la tierra prometida. Sólo Cristo se apareció a Josué como "Príncipe del ejército de Jehová" (Josué 5:13-15) antes de la toma de Jericó. Sólo Cristo justificó y confirmó al sumo sacerdote Josué como el líder espiritual (Zacarías 3) que ministraría en la reconstrucción de Jerusalén. Y sólo Cristo es capaz de pasearse con los amigos de Daniel dentro de un horno de fuego ardiente sin recibir ningún daño, sólo el que es "el ángel de Jehová" y "el Hijo de Dios". 

¿Necesita un milagro? ¿Desea la intervención de Dios en su vida? Hay uno sólo que llamó y consagró líderes para librar y salvar a un pueblo del cual había de nacer la iglesia de Dios; uno sólo que guardó a este pueblo para después de 2000 años restaurarlo; uno sólo que intercedió por los tres judíos que escogieron morir antes de negar a su Dios. Su nombre es Jesucristo, el Hijo de Dios. No importa cuál sea el "horno" en el que usted está; Cristo ha prometido estar allí con usted y guardarlo en medio de la prueba. El que libró a su pueblo de la esclavitud en Egipto, de dos milenios de rechazo, racismo y difamación, y de un holocausto que estaba destinado a exterminarlos, y que libró a aquellos tres en Babilonia del horno de fuego ardiente, quiere obrar milagros también en su vida. No se lo digo porque me lo contaron, sino porque lo ha hecho en mi vida también. Sólo necesita doblar sus rodillas, confesar sus pecados y pedir a Jesucristo que le libre de ellos, le permita recomenzar junto a Él y sea su Señor y Salvador. Quizás está en un "horno" y creyendo que no puede hacer nada por ser librado del fuego, pero para Dios todo es posible. ¡Reciba a Jesucristo hoy, y vea los milagros que Él obrará en su vida! 

Que el Señor le bendiga

En el amor de Cristo, su hermano

Israel Leonard

PS. ¡Cristo viene pronto!

NOTAS:

Ángel de Jehová: 

1) Recibe adoración: Jue 13:20
2) El nombre de Dios está en él: Éxodo 23:21; Jueces 13:18 cf. Isaías 9:6 
3) Es identificado con Dios mismo (ángel = Jehová): Génesis 32:24-30; Éxodo 3:2-6; Jueces 6:22,23; Jueces 13:22; Eclesiastés 5:6; Daniel 3:28, 6:22; Zacarías 3; Malaquías 3:1
4) Tiene cualidades divinas: Omnipresencia (Salmos 34:7) poder de perdonar los pecados (Éxodo 23:21) y poder para justificar (Zac 3:4) 

Jesucristo:

1) Recibe adoración: Juan 20:28
2) El nombre de Dios está en Él: Emanuel (Isaías 7:14; Mateo 1:23.25) Jesús ("Jehová es salvación", Mateo 1:21) El Señor (Apocalipsis 22:21) 
3) Es identificado con Dios (Cristo = Jehová): Juan 1:1-3, 14,18; 2 Corintios 4:6; Tito 2:13; 1 Juan 5:20
4) Tiene cualidades divinas: Deidad (Mateo 26:63-64 cf. Isaías 9:6) poder de perdonar los pecados (Marcos 2:5-10) poder para resucitar (Juan 6:39-40; 11:25) bautiza con el Espíritu Santo (Marcos 1:8; Hechos 2:33) Creador del Universo (el "Lógos" de Juan 1:1-3)  



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