Daniel 3:21-23

¿Cómo pasa usted las pruebas? Observe la prueba por la que pasan los amigos de Daniel en este pasaje:

Dn 3:21-23

"Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo."




Si usted comparó la traducción de Reina Valera con el original arameo, habrá notado que las "calzas" son traducidas como "túnicas" (viene de la palabra aramea "patísh" que puede significar "calzones" o "túnica" o "martillo"; las "calzas" son una prenda medieval europea que no usaban los judíos de la Biblia) Sus "vestidos" alude al resto de las piezas de ropa (por cuanto las túnicas, mantos y turbantes son "vestidos" también) 

"Decir que siempre comprenderemos lo que Dios hace y cómo nuestro sufrimiento y nuestras desilusiones son parte de su plan, es tener un concepto equivocado de la Biblia"

"Cuando lo que Dios hace no tiene sentido"
Dr. James Dobson

Esta declaración en el libro de este conocido autor evangélico - el cual recomendamos - nos lleva a un lugar al que no nos gusta nunca ir. Posiblemente porque estamos educados a través de una teología "wishy-washy" en la cual se nos promete que Dios nos protegerá siempre como si fuéramos bebés pequeños. Cuando el Señor nos da la tremenda promesa de Salmos 121:7, "Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma", está hablando del destino de nuestra alma; en modo alguno nos debe llevar a creer que no pasaremos por pruebas y tragos amargos en nuestra vida por ser creyentes. 

En Lucas 22:31-32 leemos, "Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos" Este pasaje fue grandemente revelador para mí cuando el Señor me habló a través de él. Yo creía que estaba en un ring boxeando con un diablo atado e incapaz. Pero el Señor me mostró que el hecho de que yo tenga fe no implica que mi adversario está sin entrenamiento, alimento, zapatillas, shorts, guantes, protector de boca y de cabeza y en fin, todo su equipamiento. La promesa del Señor no es de despojarlo de sus cosas, sino de equiparme a mí para vencerlo. Somos nosotros a través de la fe los encargados de "atar al hombre fuerte", para lo cual el Señor ora por nosotros que "nuestra fe no falte". El Señor no oró para que Dios impidiera a Satanás zarandear a Pedro, sino para fortalecer a Pedro para resistir el zarandeo y vencer así al maligno.

En un mensaje anterior en este sitio (Daniel 3:13-15) hablábamos de la diferencia entre los "superhéroes" que vemos en la literatura o el cine de ficción, y los bíblicos. Observe la forma en que el Dr. Dobson aborda el mismo tema:

"El espíritu humano es capaz de resistir una enorme cantidad de aflicciones, incluso el encontrarse ante la perspectiva de la muerte, si las circunstancias tienen sentido

Para los superhéroes, las circunstancias siempre tienen sentido, y las dificultades de ellos son los problemas que tienen que vencer para derrotar al villano. Incluso hay muchas personas en la vida real que han realizado acciones heroicas, ya sea en salvamentos, combates y otras situaciones en que su vida peligraba, y aún en otras en que perdieron su vida, porque entendieron que la causa por la cual la entregaban era más importante que su propia existencia, y que entregar su vida por salvar a otros era un precio justo. 

Pero la fe no siempre nos ofrece esta alternativa. Los creyentes podemos ser abrumados por aflicciones a las cuales no les vemos sentido alguno y que literalmente pueden aplastarnos, si creemos que "Dios está siendo injusto con nosotros". Varios ejemplos de las Escrituras tratan acerca de estas personas. 

Uno de los antepasados del rey David - y por ende de Nuestro Señor Jesucristo - fue Booz, un judío que se casó con una mujer moabita llamada Rut. La hermosa historia de Rut puede leerse en el AT, en el libro que lleva su nombre. Rut llegó a Israel por causa de ser fiel a su suegra Noemí, que había perdido a sus dos hijos en Moab y regresaba a su país en la pobreza. Una de sus nueras se fue cuando Noemí se lo aconsejó, pero Rut permaneció junto a ella, y fue causa de su bendición y restauración cuando llegaron a Israel. 

La tremenda prueba que vino sobre Noemí le amargó mucho. En Rut 1:20 leemos, "No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso". "Noemí", su nombre en hebreo, significa "mi delicia"; "Mara" significa "amargura". Quizá hubiera ocurrido con cualquiera de nosotros que, siendo creyente, pasa por una situación como ésta, en la cual Dios parece estarlo destruyendo. Hay casos en que nuestra alma no encuentra ninguna respuesta a, "¿por qué a mí?" y se queda girando alrededor de una pregunta que puede llegar a ser enloquecedora, por cuanto nunca se obtiene una respuesta adecuada y la depresión aumenta más y más. 

Otro gran afligido en la Biblia se llama Job, cuya historia podemos leer en el libro que lleva su nombre. Satanás le atacó con tal furia que perdió a todos sus hijos, sus grandes riquezas y aún su salud. Su oración a Dios era un lamento con gran amargura:

Job 7:11,19-21 

"Por tanto, no refrenaré mi boca;
Hablaré en la angustia de mi espíritu,
Y me quejaré con la amargura de mi alma."

"¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,
Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?
Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?
¿Por qué me pones por blanco tuyo, 
Hasta convertirme en una carga para mí mismo?
¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?
Porque ahora dormiré en el polvo, 
Y si me buscares de mañana, ya no existiré."

Job fue aún más afligido, siendo como era un hombre creyente, justo y piadoso que ofrecía sacrificios a Dios constantemente y era un buen consejero de aquellos que buscaban su ayuda por reconocer su sabiduría. Gran parte del libro de su nombre trata de su discusión con unos amigos que vinieron supuestamente a consolarlo, pero que le insistían en que el mal que vino sobre él era justo pago por sus pecados, y que tenía que arrepentirse de ellos y pedir perdón a Dios. Job no recibió consuelo alguno, y deseaba la muerte, por la depresión y amargura que tenía en su dolor. 

No obstante, tanto Noemí como Job fueron grandemente bendecidos después de soportar las pruebas y seguir creyendo y confiando en Dios. El conocimiento de Dios es imprescindible para poner las pruebas y aflicciones en su justo lugar, independientemente del dolor que siente nuestro corazón y de la aparente injusticia con la cual está batallando nuestra mente. 

Una de las aflicciones que vino sobre el rey David está relatada en el segundo libro de Samuel, capítulo 12. El rey había cometido el pecado de adulterio con Betsabé, quien luego sería la madre del rey Salomón. El primer hijo de Betsabé enfermó de muerte - esto le había sido profetizado a David por Natán, que le advirtió de que lo perdería por causa de su pecado - y el rey David oraba y ayunaba con gran aflicción por su hijo, para que no muriera; lo hizo así por toda una semana. A pesar de sus lágrimas y su oración y ayuno, el niño murió, tal como le había sido profetizado. Entonces David se levantó, se bañó y se perfumó, se puso ropas limpias y se sentó tranquilamente a comer, después de haber adorado a Dios. Sus sirvientes no entendían el cambio: 

2 Samuel 12:21-23 

"Y le dijeron sus siervos: "¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan." 

"Y él respondió: "Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí"

Observe que David esperaba que el niño viviera "por compasión de él", aunque se le había dicho que moriría. Y que él entendió que la muerte de su hijo era la justa retribución de Dios por causa del pecado que él había cometido. La pérdida no le quitó su fe en Dios, que le dio otro hijo con la misma esposa, el cual llegó a ser uno de los más sabios reyes de Israel y autor de la mayor parte del libro de Proverbios y otras Escrituras. 

También los creyentes del NT experimentaron aflicciones. En el libro de Hechos, capítulo 16, se narra la historia de Pablo y Silas, que por causa de haber librado de un demonio a una joven esclava, fueron enviados a prisión después de ser maltratados y azotados. Observe su reacción: 

Hechos 16:22-26

"Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo."

"Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron." 

¡Aleluya!

En el calabozo más oscuro, inmovilizados en el cepo, con los dolores de los latigazos y sus ropas rotas y ensangrentadas, el apóstol y su ayudante... ¡cantaban himnos a Dios! Es necesario tener fe para cantarle a Dios cuando estamos en un culto de domingo en la iglesia, hemos sido bendecidos y queremos agradecer al Señor. Imagínese ahora la fe que es necesaria para cantarle a Dios cuando estamos presos, hemos sido apaleados e inmovilizados y... ¡aún queremos agradecer al Señor! El mundo no puede entender esto, y es dificil incluso para muchos creyentes. Pero no lo fue para Pablo y Silas, y tampoco para Hananías, Misael y Azarías. En medio de la prueba, conservaron su fe entera. 

¿Pasa usted por las pruebas con esta entereza? ¿Se deprime o se enoja, y las pruebas han destrozado su fe y le han cambiado? El Señor dice que no nos dará prueba que no podamos soportar, sino que juntamente con cada prueba vendrá una salida. Si aún no ha recibido a Cristo como su Señor y Salvador, entréguele su vida; reconozca sus pecados y pida su perdón. Él está esperando por el arrepentimiento de todos, y su gozo es verlos enderezar sus caminos y volverse al Dador de la vida. 

Si ha recibido a Cristo, pero ha pasado o está pasando por pruebas que han destruido su alegría, su fidelidad, su amor o su generosidad, sepa que no es el primero y no será el último, ciertamente. Muchos creyentes, además de los ejemplos bíblicos que vimos anteriormente, han pasado por pruebas semejantes o peores, y salieron purificados y fortalecidos. Vuélvase a Dios y busque su perdón. Él derramará de Su Espíritu sobre todo aquel que lo busque sinceramente, porque es Su promesa y Dios no miente. Y Su Espíritu es el que sostuvo a Pablo y a Silas, a Hananías, Misael y Azarías, y a todos los que se han sostenido triunfantes por fe en medio de las más tremendas pruebas y aflicciones. 

En estos días de Pascua, el ejemplo de Cristo nos muestra que hay una resurrección. Como la hubo para Él en aquel domingo histórico y glorioso, la hay para todos los creyentes. Y como hubo una restauración para Él a su lugar celestial a la diestra del Padre, y una restauración para Noemí, Job, el rey David, Pablo y Silas y todos los afligidos por causa de su fe y aún por causa de sus pecados, también la hay para usted, si la busca. Dios le ama. 

Que el Señor le bendiga

En el amor de Cristo, su hermano

Israel Leonard

PS. ¡Cristo viene pronto!

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