Daniel 3:16-18

¿Toma usted decisiones con facilidad, o procede como el asno de Buridán? 
¿En qué se basa para tomar sus decisiones?
¿Permanece firme en sus decisiones, o cede a las presiones?

Juan Buridán (1300-1358 DC) fue un filósofo francés determinista (sostenía que todo efecto tiene una causa y vicecersa, esto es, que nada ocurre al azar) Creía que toda decisión humana debía ser hecha buscando el mayor bien. Este principio, llevado al extremo, le hizo decir que dada la elección de dos "bienes" iguales no debe elegirse ninguno de los dos, hasta que dejen de ser iguales. Este planteamiento fue ridiculizado con la figura de un burro que se muere de hambre entre dos montones de heno iguales, por no escoger ninguno de los dos. Aunque la imagen no es suya, ha pasado a la historia como el "asno de Buridán". Para no morir de hambre, el asno tiene que escoger uno de los montones e ir a comer, dejando de analizar cuál es "mejor" - precisamente lo que Buridán decía que no debía hacerse. 

Ahora bien, todas las decisiones no son tan sencillas como la de nuestro burro. El pasaje siguiente nos trae una decisión muy seria:

Daniel 3:16-18

"Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo:" 

"No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado"





Para usted que comparó en la versión interlineal con el arameo de la versión original habrá podido constatar que Reina Valera es una traducción muy buena. El pasaje muestra que la decisión de los judíos era sólida y no iba a cambiar, ni aún en presencia de la amenaza de muerte. Pero no todos tomamos una decisión de vida o muerte de modo tan sencillo, y no todos la mantenemos contra viento y marea. 

¿Por qué no es siempre sencillo decidirse?

Volvamos al burro del principio. Los dos montones de heno parecen iguales, pero mirándolos detenidamente, van a estar más secos o más frescos, van a incluir tipos de pasto más o menos gustoso, va a haber algunas espinas o no... Muchos dejamos de tomar las decisiones por esperar lo "perfecto". Pero lo "perfecto" de la Palabra de Dios no es lo que nosotros estimamos como perfecto. Dios es mucho más sabio y práctico. 

Uno de los discípulos del apóstol Pablo fue el joven pastor Timoteo, a quien el apóstol escribió al menos dos epístolas (que han sido conservadas en la Biblia) En la 2da Epístola a Timoteo, capítulo 3 y versos 16-17, el apóstol escribió:

"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra"

Pablo está exhortando a Timoteo desde el capítulo anterior para su labor en la obra de Dios, y en estos versos le dice que la Escritura, inspirada de Dios, tiene como fin perfeccionar a los siervos de Dios. Ahora bien, observe la definición de "perfecto" que da el apóstol en el mismo verso, "completamente preparado para toda buena obra". Todo cristiano sabe que está llamado a ser formado según Cristo mismo. Pero si esperamos a llegar a la total perfección de Cristo para servir a Dios, nunca lo haríamos, porque esta meta gloriosa nunca la alcanzamos en esta vida (por lo mismo, sigue siendo durante toda la vida una meta útil a la cual mirar) 

En la búsqueda de la perfección también puede suceder que querramos armar una especie de "monstruo de Frankestein" con los mejores elementos posibles. Hace unos días fui a comprar una nueva bicicleta - es mi medio de transporte para ir a trabajar - y tenía en mente algunas cualidades que deseaba para mi nueva adquisición. Quería que tuviese cambios internos (para tener freno de pie) gomas fuertes, luces con dinamo, 28", que fuera rápida y fuerte... En el negocio al que fui había bicicletas muy rápidas, ligeras y finas (de carreras) otras más sólidas y con los cambios internos (híbridas, las "trekking bike") y las más resistentes, con muchos cambios y gomas muy gruesas (de montaña) entre otras. Yo que quería una fuerte, rápida y con cambios internos, pregunté si era posible adquirir una híbrida y ponerle ruedas de bicicleta de montaña. Pero el dependiente me explicó que no era posible, porque las ruedas más gruesas y resistentes no caben en las armaduras de otros géneros de bicicleta. Finalmente terminé comprando el modelo que más se adecuaba a mi necesidad, la híbrida, que era la "perfecta" para mí. No importa que las de carreras sean más rápidas o las de montaña más resistentes; "mi" necesidad era ir al trabajo por caminos asfaltados, y por cierto no necesito desarrollar ninguna velocidad de competencias de ciclismo. 

Por otra parte, toda decisión tiene cierto costo (al elegir algo, se desecha otra cosa) Yo, que quería comprar UNA bicicleta, escogí un modelo desechando otros. El burro del principio se supone que vaya a uno de los montones y se ponga a comer, sin importarle que hay otro. Uno de los ejemplos de decisiones que no hubiera nunca tomado sin la ayuda del Señor fue el dejar de fumar. Antes de conocer a Cristo traté de hacerlo en mis propias fuerzas en dos ocasiones - incluso por años - y cuando parecía que ya había triunfado, volvía a ser atrapado por el vicio. Fue sólo con Su ayuda que lo conseguí. 

Ya sea por estar buscando la perfección, o tratando de fabricar algo perfecto, por no ser capaz de abandonar algo que nos es muy preciado, o por muchos otros motivos, no siempre es fácil y sencillo tomar decisiones. Menos aún sin considerar qué queremos o qué necesitamos exactamente, y sin tener una ayuda para hacerlo. 

¿En qué se basa usted para tomar sus decisiones?

Quizá el factor más influyente para decidirnos sea nuestra razón humana: "lo hago así porque es lo que corresponde". El Dios del cielo, quien nos creó, nos dotó de sabiduría e inteligencia para decidir cosas de modo racional. No obstante, el ejemplo de Buridán nos muestra que la pura razón, sin sabiduría, puede extraviar incluso a un inteligente filósofo y llevarle a plantear principios absurdos que no sirven para nada. Además, los creyentes solemos hacer "por fe" cosas aparentemente "irracionales", las cuales el incrédulo no comprende porque no conoce a Dios y sus maneras de proceder. 

Por otra parte, muchas decisiones son tomadas siguiendo la costumbre de la mayoría. Y hay cierta sabiduría en esto. Si uno se va a vivir en otro sitio, por ejemplo, puede necesitar adaptar sus costumbres a un clima nuevo, una cultura diferente o una sociedad diferente, para lo cual es muy útil observar cómo hacen las cosas los naturales del lugar e imitarles. Ciertamente el sentido común es una vía por las cuales Dios habla a nuestro espíritu. Pero necesitaremos saber qué es bueno imitar y qué no; uno de los recursos de Satanás para hacernos desviar del camino es la falsa seguridad de que "todo el mundo lo hace así". El hecho de que algo sea practicado por muchas personas no quiere decir que es bueno y santo. Usted no tiene que convertirse en idólatra, polígamo o caníbal porque ha llegado a vivir a un sitio en donde esa es la "costumbre". 

Otras decisiones se toman conforme a las costumbres o principios por los cuales se ha guiado nuestra familia. Esta influencia es tan fuerte que la ley de Dios del AT hacía un gran énfasis en que la Palabra de Dios fuera enseñada desde la niñez, en que los hijos fueran instruidos en el camino del Señor para que conocieran y siguieran a Dios por toda su vida. De nuestros padres recibimos enseñanzas de todo tipo, y además nos enseñan no sólo con su instrucción sino con su ejemplo. Una de las expresiones de referirse a Dios - y que Él se aplica a sí mismo - es el "Dios de nuestros padres". 

Pero desgraciadamente no todos los padres guían a sus hijos del modo correcto, ni con instrucción ni con ejemplo. Esto trae como resultado que para muchas personas el hecho de tomar decisiones correctas en su vida puede ser todo lo contrario del párrafo anterior: desechar cosas que los padres hacían o decían. Si el ejemplo que hemos tenido en el hogar es de padres adúlteros o ladrones, este "ejemplo familiar" no es ningún modelo a seguir. 

Por otra parte, aún sin hablar de pecado y maldad, hay muchas formas de vivir santamente que se excluyen unas a otras. Dos personas creyentes que se unen en matrimonio y traen las costumbres de sus familias creyentes, pueden encontrar diferencias entre estas costumbres. ¿Cómo encontrar la nueva identidad familiar? Observe las palabras del Señor Jesucristo a este respecto en Mateo 19:4-6:

"¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre"

Cuando el Señor habla de "dejar" padre y madre no se refiere tan sólo a salir de su familia para formar una nueva. Está hablando también de costumbres y hábitos nuevos, de una vida diferente, la cual ambos cónyuges tienen que encontrar por sí mismos. Posiblemente usted venga de una familia que tenía negocios propios y ha escogido una profesión que implica que usted es empleado, o viene de padres que eran empleados y ha comenzado su propio negocio. O quizá su familia era campesina y usted se fue a vivir y trabajar en la ciudad, o dejó la ciudad para irse a vivir y trabajar en el campo. O quizá se ha ido a vivir a otro país con otro estilo de vida, otras costumbres. Está también el factor de que probablemente sus padres formaron familia en tiempos en que el mundo era diferente (hace 40 años no había una PC en cada casa con INTERNET, ni había teléfonos celulares, ni todos los inventos que han ido apareciendo y que entran a formar parte de la vida diaria y cambian las costumbres y hábitos) Hay muchos factores que van a hacer que sus "costumbres familiares" anteriores no le sirvan de modelo para su nueva familia. Y esta nueva familia tiene que hallar su identidad, que puede suponer "dejar" muchas cosas de las familias de las cuales venían ambos. La "sola carne" son marido y mujer, sin incluir padres, hermanos, abuelos, tíos y todos los demás. 

Un último factor que queremos mencionar - que por supuesto no es el "último", pero sí el último a tratar por ahora - es consultar adivinos para tomar nuestras decisiones. Hemos visto con anterioridad ejemplos bíblicos de cómo incluso los gobernantes en la antigüedad consultaban espiritistas, astrólogos y otros para tomar decisiones correctas. Y desgraciadamente esto no terminó con la antigüedad, sino que sigue hasta nuestros días. Muchas personas buscan consejería y dirección para su vida en brujos, espiritistas, cartománticos, astrólogos y otros siervos de Satanás, quizá sin saber que están comprando un billete para el infierno. No se deje engañar; la práctica de todas estas formas de adivinación es diabólica y condenada por las Escrituras. Vea las notas finales a Daniel 2:1-2 en este sitio para ampliar acerca del tema. 

Observe ahora a Ananías, Misael y Azarías frente a la amenaza de muerte del rey. La pura razón les decía que perder la vida es un precio muy caro por no arrodillarse; la sociedad que les rodeaba (todos los "pueblos, naciones y lenguas" que componían el imperio) estaba adorando la estatua; es poco probable que tuvieran algún ejemplo de sus padres acerca de haber sido obligados a adorar una estatua (recuérdese que eran judíos) y parece que no tenían cerca a ningún brujo, astrólogo o espiritista que consultar (todos estarían postrados frente a la estatua, pero además ellos eran fieles al Dios de Israel)

¿Sobre qué base tomaron ellos su decisión?

Observe su declaración, "nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará". Ellos conocían al Dios que llamó a Moisés y libró bajo su dirección al pueblo de su esclavitud en Egipto. El mismo Dios encomendó a Josué, sucesor de Moisés, la conquista de la tierra prometida, y le mandó estrictamente a guardar la Ley de Moisés (para esa época era esa la Biblia) Observe Josué 1:8: 

"Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien"

"Libro de la ley" es la traducción al español del hebreo "séfer hatorá". "Torá" es el nombre con el cual se designa la Biblia en hebreo, pero más especialmente los libros de Moisés. Esta palabra significa "ley", "instrucción" o "enseñanza profética". El modo en que los hebreos vivirían, adorarían a Dios y se relacionarían los unos con los otros estaba determinado por Dios en esta Ley. Tener éxito en toda empresa dependía de obedecer a Dios. Observe Deuteronomio 28:9:

"Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos"

Hay un pacto de Dios con Israel: ellos serían confirmados como pueblo santo de Dios si guardaran esta Ley de Moisés. Si usted lee todo este capitulo 28 de Deuteronomio, encontrará bendiciones (los resultados de obedecer a Dios) y maldiciones (los resultados de rebelarse contra Él) y la historia de Israel es un vívido ejemplo del cumplimiento de esta palabra profética. Cuando olvidaron que eran "pueblo santo" y adoraron otros dioses, o buscaron otros medios de ayuda ajenos a Dios, fueron conquistados por diferentes imperios, destruidos como nación y dispersados por toda la tierra. Pero cuando se confiesan pueblo santo de Dios, se vuelven a Él y "meditan de día y de noche en el libro de la ley, para guardar y hacer conforme a todo lo que en él está escrito", Dios les saca en victoria, incluso sobre enemigos mucho más fuertes y numerosos. 

Ananías, Misael y Azarías, como todo judío versado en las Escrituras, conocían estos pasajes. Pero además sabían que la vida y la muerte están en manos de Dios. Observe Deuteronomio 4:1-8:

1 Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da.

2 No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.

3 Vuestros ojos vieron lo que hizo Jehová con motivo de Baal-peor; que a todo hombre que fue en pos de Baal-peor destruyó Jehová tu Dios de en medio de ti.

4 Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos hoy.

5 Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella.

6 Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta.

7 Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos?

8 Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?

Oír y ejecutar los "estatutos y decretos" (la Ley de Dios) les daría vida y éxito en la ocupación de la tierra (versos 1, 4) El pueblo santo sabe que su vida está en las manos de Dios, no en las del rey (aunque éste tenía poder para enviarlos al horno de fuego) El pueblo santo sabe que Dios está despuesto a responder a sus oraciones (verso 7) Y el pueblo santo sabe que los otros no siguen a Dios y no tienen su Ley (verso 8) por lo cual no son "santos" o SEPARADOS para Dios. La base para escoger una sentencia de muerte antes de desobedecer a su Dios era ésta. Estos tres judíos estaban tan convencidos de esto que aún fueron más allá y proclamaron, "si Dios no nos quisiera salvar y nos dejara morir en el fuego, aún así será siendo nuestro Dios, y no serviremos ni adoraremos otros". 

¡Aleluya!

Hay una gran fe en apostar todo lo que uno tiene en su vida para Dios, porque Él premia a los que así hacen (según sus pactos, y todos los versos que hemos visto) Pero hay aún una mayor fe en apostar todo lo que uno tiene en su vida para Dios, AUNQUE Él no responda a Su pacto conforme a lo que esperamos. La hermosa joven judía que llegó a ser esposa del rey de Persia tenía esta clase de fe. Cuando fue llamada para interceder por el pueblo judío, su respuesta fue, "Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca". ¿Ha dicho usted alguna vez, "si perezco, que perezca"? Esta era la fe en Dios que tenía la reina Ester. El Mesías de Israel, el Salvador de la humanidad, sabía los tormentos y la muerte horrible que le esperaba. Orando en el huerto de Getsemaní, le dijo a Su Padre, "Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". La "copa que habría de beber" era esta última y terrible prueba de su fe, morir por las almas de los pecadores en una cruz. Pero este judío también tenía esa clase de fe en Dios, y escogió la cruz. Y enseñó a sus discípulos, "tened fe en Dios". ¿Cuándo fue la última vez - si ha habido alguna - en que le dijo usted a Dios, "no se haga mi voluntad, sino la tuya"?  

Dios es el dador de la vida. No importa cuáles son las circustancias por las que estamos atravesando, en Sus manos está nuestro destino, en nuestra vida terrenal y también en la eternidad. Si aún no ha recibido a Cristo como su Señor y Salvador, aún está a tiempo. Esta vida terrenal, a la cual nos aferramos a veces y tememos perderla, puede perderse por múltiples causas (guerras, accidentes, enfermedades) y finalmente va a terminar algún día, porque todos nacemos, crecemos, maduramos, envejecemos y morimos. Pero la promesa del Señor para los que lo reciban es resurreción y vida eterna. ¡Reciba a Cristo, y sea salvo por la eternidad!

Que el Señor le bendiga

En el amor de Cristo, su hermano

Israel Leonard

PS. ¡Cristo viene pronto!

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